El más terrorifico de los susurros.




lunes, 27 de agosto de 2012

Clases de anatomía básica

Los ojos son el reflejo del alma, está bien. Pues entonces, atentos a esto, un secreto, la sonrisa es el escote de las personas. Es ese algo que nos muestra sutilmente que se oculta detrás de cada nueva persona con la que nos encontramos. Hay sonrisas de muchas clases, tímidas, amplias, volátiles, increíbles, mágicas, nerviosas... cada una con ese trenzado especial que deja escaparse entre los labios de la gente, con o sin sonido, un por qué. Se supone que todas las sonrisas son alegres; también las hay llenas de amargura. 

Las que quiere todo el mundo no son las últimas, sino esas infinitas, envolventes, transoceánicas, que llegan desde mi ventana a tu ventana, que son abismales.

A pesar de todo, el mundo vive enamorado de las sonrisas, de todas y cada una de ellas, pero también de las lágrimas, de los llantos, de los gritos, de las miradas... y de las personas. Vive, late, mira.. sonríe. El mundo no se para.



16:14, Lunes.

Es incomprensible la facilidad con la que nos ilusionamos. Todo lo que somos capaces de crear partiendo de una base ínfima, una palabra, una mirada, un gesto... a partir de una ilusión. El mundo que nos rodea es una mierda, y eso es bien sabido, bastante repetido, demasiado aludido en los últimos años, pero aún así, cada vez que nos desorientamos, cada vez que tomamos una decisión, cada vez que emprendemos un nuevo camino o simplemente cada vez que nos quedamos quietos mirando a las musarañas, somos impulsados por la ilusión. Con los años dicen que cuesta más, quizás sea porque la imaginación de alguna personas se va poco a poco viendo capada, pero fuere como fuere, ahora no podemos renunciar a las ilusiones. tampoco podríamos si lo intentásemos, porque son tan inexplicables, espontáneas... tan nuestras.

domingo, 26 de agosto de 2012

Amarilla

Vuelvo a tener esos ojos, ojos de gato, noches en vela. Regreso a viejos vicios, viejas costumbres, y a caminar por la calle por la mañana, solo, siendo visto única y exclusivamente por las viejas que se asoman a regar la plantas que descansan tranquilas en los alfeizares de sus ventanas. Todo ello en la madrugada, justo después de la caída de estrellas.

Y vuelvo a tener esos ojos, y sigo intentando entender, pero todo se escapa de los limites de.. de todo, es demasiado abstracto, así que perdámonos.

Volvamos a nuestra primera vez, al primer voleteo, antes de los baños de multitudes, de las idas y venidas, de las presentaciones, de los gritos y los saltos, de las fotos, de las páginas de diarios. Volvamos a nuestra primera vez, cuando aún nos envolvía la histeria adolescente, no como ahora, que estamos agarrotados a un paso de la vida adulta. Todo esto, a mí por lo menos, me ha pillado de improvisto, creo que de haberlo sabido todo habría sido distinto... bueno no, no lo creo, nada sería diferente, sería igual de idiota antes, ahora y más tarde. 



Ahora mismo tengo la sensación de estar haciendo lo incorrecto, y aún así no puedo parar de hacerlo, tú, no sé, hace mucho que no hablamos. No sé que haces.

Yo ahora vuelvo, pero no sé exactamente que se supone que es lo que estoy haciendo, porque yo nunca había estado hasta el momento en este lugar al que estoy regresando, pero tenía que contartelo.


Singulares

Recuerdo el momento el que te conocí. El momento en el que supe que estábamos hechos el uno para el otro. Desde entonces yo ya lo sabía. Fue magnético, hipnótico, todo el mundo lo noto. Ahora río, lloro y paso de todo, pero por el bien de los dos.

Todo lo que no es nada ha dejado de ser fascinante y emocionante, de ser eléctricamente inesperado, y se ha convertido en polvo, polvo para colocarse, y las únicas chispitas que recorren nuestras vidas son esos extraños efectos que nuestras pupilas se obcecan en recrear cada vez que estamos bajo los efectos del alcohol. Las palabras dejan de rimar, y pierden ese rico aroma, y ese ritmo. Hoy es uno de esos días en los que ese aroma se echa en falta, yo no estaba preparado para abrir la ventana, pero bueno, eso es lo que nos hace humanos, esa estúpida e insensata idea de que hay algos que pueden llegar a eludir la palabra final. Final, despedida, adiós, pausa, todos son sinónimos, todos universales, todos irrevocables, un despropósito, quizás, pero, a fin de cuentas, necesarios.

Nos ha pasado, necesitábamos.. no necesitábamos nada, simplemente nos hemos dejado de aguantar, de tenernos paciencia el uno con el otro. Estábamos haciendo malabares, somos imposibles.

Tengo que dejar de hablar en plural, es verdad. Además, tampoco creo que te quisiese tanto. No te quería tanto. Solo eras un escalón más hacia lo más profundo.


domingo, 12 de agosto de 2012

Allez

Odio el equilibrio que el karma insiste en esbozar en mi vida, esa apatía con la que intenta coronar los momentos álgidos de la existencia humana, esa aparente inmutabilidad con la que consigue leer todo lo que se pasea por mi mente, y hacerlo realidad, pero de esa única forma en la que eres de todo... de todo menos feliz. Ese afán suyo por descuartizar sueños. Lo odio.

Y ese odio me supera, es más, su incoherente sentido del momento justo para dar lecciones vitales, consigue hacerme vomitar el corazón; me abruma.


miércoles, 8 de agosto de 2012

Princesas

La ciudad en calma, la habitación vacía, la cortina cerrada. El humo invadiendo espacios prohibidos de la habitación. Media botella de vodka debajo de la mesa. Una servilleta...



Resucitan todas las mañanas en barrios desconocidos y camas recién exploradas, con dolores de cabeza y el lápiz de ojos corrido, como si por fin esa noche hubiese tenido lugar la gran llorera, como si quizás aún tuviesen en su interior algún atisbo de esos sentimientos con los que suspiraban antes cada noche a las estrellas, esperando un resplandor. Pero no, ese leve desperfecto de su cara se debían más bien a estragos causados por el alcohol.

Son balas perdidas, puñaladas por la espalada, risas abruptas que desafían con una familiar confianza y una extraña naturalidad al mundo. El desenfreno moldea sus vidas a placer y el dolor y la soledad parecen tener comprado un piso entre la tercera y cuarta costilla en el que una vez al mes montan una fiesta salvaje donde la verdad de este mundo se presenta como una invitada sorpresa, una fiesta a la que la princesa acude en calidad de masoquista.

Ellas son tantas cosas y sin embargo para el mundo no son nada, únicamente recipientes de la belleza, un objetivo común, un algo que destruir aunque sea escupiendo todas las mañanas en su café de máquina de 35 céntimos.

Hay historias en las que el príncipe azul no existe, en otras el príncipe es beige y por eso ella nunca lo encuentra, y después están esas historias en las que lo único que hay es princesa, sola. Una princesa que bien puede ser rubia, morena, pelirroja, tener media cabeza rapada, y fumar y follarse a todo el mundo... Son princesas geniales que han sido castigadas a un mundo donde viven esclavas del rumor, de lo que alguien dice por ahí, un mundo que destruye y carcome y corroe y derriba y ensucia lo que ellas deberían ser.

Transforman sus uñas, mil colores, y en sus labios otros tantos, cargan en sus brazos mil problemas y sueños y quince pulseras por lo menos en cada muñeca: son las princesas condenadas. Esas son ellas.

Princesas que no soportan vivir, princesas que manchan sus dientes con tabaco y que destrozan su hígado con copas de alcohol para las heridas en vasos de plástico, a las cuales se les hace tan insoportable la idea de tener que esperar los ochenta y pico para marcharse de aquí que intentan matar el tiempo en baños y callejones no aptos para menores de edad y cerrados de mente ( y de piernas).


Son princesas y, aunque piensen que a los 26 dejan de serlo, seguirán siéndolo hasta la muerte y más allá.

29 de Marzo de  2012, Sevilla.

cuando estés en vena, piensa.

Los días pasan rápidos, fugaces, imparables, veloces, fulminantes, sin reparo en dejar olvidadas las horas y los minutos, inventándose una nueva medida de tiempo. Pasan tan tan tan rápido que ni siquiera sé si seré capaz de decir esto sin que llegue mañana.

Cada día, por ser tan rápido, es casi imperceptible  pero solo si es un día más, ¿qué pasaría si fuese el último?¿sabremos que es nuestro último día cuando seamos conscientes de su presencia en  nuestras vidas?

El tiempo es caprichoso, más que cualquier niño de tres años o cualquier dios que los hombres hayan decidido respaldar. Rueda, vuela, pasa, y nadie sabe donde encontrarle, todo el mundo le conoce, pero nadie le ha visto nunca. Si uno se para a pensar en la vida en compañía del tiempo, quizás piense que entonces el vivir no es más que una caída libre de entre las piernas de tu madre hasta la tumba. Quizás. 

Pero esa caída libre con gente como tú para mirar entre las nubes de polvo del suelo, adquiere, por la inercia del momento, un sabor a sal y limón que, quieras o no, es intocable e imborrable para el tiempo, es la excepción que hace que se cumpla la norma.



viernes, 3 de agosto de 2012

reencarnación



El alcohol la quemaba por dentro, pero no literalmente, sino que más bien de forma metafórica, y es que tantas tardes de marzo entre botellas de cristal daban sus frutos en esa tarde de verano de lluvia y más lluvia. 

Cada trago se colaba dentro de aquel pozo negro en el que se había convertido su ser, no se oía caer cada nuevo chupito en aquel fondo, es más, puede que allí no hubiese ni fondo. Pero si se veía de vez en cuando salir todo expulsado por su boca, entre tacos y lágrimas. 

Lágrimas que se deslizaban por sus ojos ante tanta hilaridad y absurdo que el mundo que la rodeaba se esforzaba en enseñarle. Y esas egoístas (y putas) lágrimas, después de deslizarse por sus mejillas de marfil, sin ningún titubeo se lanzaban suicidas contra la barra del bar en busca de una vida mejor, sin honor y sin remordimientos de dejar sola a aquella chica, pensando que tal vez el mantra les deparase algo mejor en su siguiente vida...

Algo mejor que acompañar a la mujer américa en su procesión por todos los bares de la ciudad de los tacones de aguja. 

Al día siguiente se escuchaba comentar a las tres viejecitas que estaban sentadas en el banco de la plaza mayor : "Una pena lo de la chica esta, la MUJER AMÉRICA..."

Un día en la vida de un cualquiera

Hay pájaros que nunca dejarán de piar, al igual que hay búsquedas de paraísos que nunca van a tener un final.
Las tardes de verano se agobiaban pensando en aquellas buenas chicas, ¿qué sería ahora de todas ellas?¿Dónde iban a ir ahora a teñir sus cuerpos con colores quemados? Y es que en ese momento, justo a la vez que ese pensamiento empezaba a rondar por mi cabeza, otras empezaban a rondar por el cielo, y parecían haber decidido que, de ahora en adelante, todo aquel que no abogase por un verano de paraguas compartido y botellón en soportal con sudadera, se quedaría... pues se quedaría así, de esa forma...


Pobres chicas, y pobre todo aquel que quedase de aquella forma, pero peor soy yo.


[....]

Yo tengo miedo, mucho miedo. Vivo acojonado, no puedo abrir los ojos y mirar al mundo sin pensar: "Que puto miedo tengo", y es que tengo un miedo agotador. Tengo miedo a demasiadas cosas, como acabar transformado en algún extraño tipo de persona, o perder la cabeza... pero a lo que más miedo le tengo, es a las palabras. Ellas si que sabe desgarrar, desangrar, atropellar, cabrear, joder, enñoñar, aburrir, abducir y desquebrajar a las personas. Tienen un poder abrumador. 



Hay palabras que deberían estar prohibidas, que no debería poder escribirse en público, ni tampoco ser dichas. Palabras como esa que quiere decir...


El último mono

Las palabras no vuelan, no sobrevuelan cabezas, como mucho se acobardan y agazapan detrás de tu lengua.  A las cosas llamémoslas por su nombre. Yo estoy cansado de hacer maletas,  de huir de pasados que no mueren y piden a gritos una segunda oportunidad, y tú estás ahí, quieta, invisible a los ojos del tonto loco... fumando. Fumando y escondida en los recovecos de cada nuevo sueño, colgando de un hilo, ¿esperando a ser nombrada? Y yo que sé, si yo no sé nada, solo un par de títulos de libros de viejos y el precio de tres o cuatro botellas.


Ahora mismo soy el último mono, inconcluso, retrasado y universitario, el que cierra los bares sábados, jueves y viernes. Y aunque tampoco me va muy bien así, tampoco me va mal... tu eres ese riesgo que esperaba, y ahora ya no sé que hacer, me había acostumbrado a no hacer nada, a simplemente quedarme sentado, mirando al infinito, únicamente esperando.


Un mes y medio después he llegado a la conclusión de que no puedo prometer no dar problemas.


Pero yo, si quieres, sin que sirve de precedente, puedo quedarme callado hasta que vuelvas, no trataré de conocerte, porque es mejor así, lo único que quiero saber, es que no voy a volver a hacerme daño; no aparezcas hasta que aprenda la lección. Me conformo, con una mirada más al infinito; con esperar a que el sol reniegue de nosotros y quedemos atrapados entre anochecer y amanecer.