El más terrorifico de los susurros.




jueves, 30 de junio de 2011

Dreamcatcher

Te recuerdo. Con cada canción, con cada palabra, con cada leve titubeo de la puerta contra el marco de la pared, con el sonido del violín del vecino del cuarto, con cada mirada hacia el cielo, con cada sonrisa, con cada helado, con cada momento de insomnio, con cada mañana sin dormir.
Te recuerdo y eso que han pasado los días, y eso que han pasado cosas, y eso que han pasado horas, y eso que no estás ya en la habitación de al lado, ni en la pantalla del ordenador…
He soñado días y noches con aprender a tocar el piano solo para ti igual que tecleo como un niño con el alma descosida porque no encuentra su manta de dormir y, en parte, me siento culpable. Porque he soñado, y no estoy ahí, contigo, porque cada nuevo balanceo de cabeza no me lleva a un cruce de miradas, porque yo, cobarde, he agachado la cabeza y me he emborrachado de ti hasta tal punto en el que el resto del mundo me da igual, porque veo doble lo que antes era triple, y solo siento si padezco. Porque antes me conformaba con un chocar de copas y, ahora, necesito la botella.
Que son tantas cosas, y me tengo que conformar con ver, que es.. como unos puntos suspensivos que cuelgan de unas comillas, sin acabar, que es irreal. Porque ahora, en el momento exacto de salir a la calle, solo puedo pensar en cazar sueños, en cazar tus sueños.


Primer día

El primer día siempre es el primer día. Es el día de después de algo, una radiografía de lo que se me echa encima. Yo me resigno a volver a una "rutina", aunque mi día a día no se puede equiparar a nada. Mi libreta, se cuela entre los libros, y no puedo evitarlo, me ato los cordones, y le doy al boli, me mancho los dedos... Adoro sentir tinta en los dedos, vida en mi cabeza, sentimientos en el estomago. Eso es el primer día, diario, eso es, la aventura, la emoción.




viernes, 24 de junio de 2011

HOLAVERANO

Hoy… Hoy se supone que es una de esas noches mágicas, en las que los sueños se cumplen. He pasado esta noche unas cuantas veces ya, unas en un porche de una cutre cabaña, con una botella de litro de fanta, otro año con una garrafa, otro durmiendo, y otro quemando pensamientos, ideas, palabras…


Este año he decidido, que me la paso en un teatro. Y, aquí estoy, en la segunda planta, en la sexta fila, bebiendo de la música. Pero, aunque el ballet de hoy es terriblemente visceral, profundo, digno de un esteta, no me llena. Busco una mirada cuatro filas adelante, pero no la encuentro, busco unos ojos en los que perderme, y estoy a oscuras.


Puede que no haya sido la mejor idea haber venido a un teatro sin unos ojos en los que derretirme así que, si no tengo ojos que me derritan, saldré a la calle, mejor aún iré a casa, a mi ventana, a quemar.


A quemar todas las pesadillas que tengo desde que no me dan las buenas noches, porque la vida, aunque no es monótona sin ti, se limita a descubrimientos como aprender a encender el cigarro con la tostadora o a utilizar dos pares de cordones en cada playero.

Parece que la mejor forma de empezar el verano es quemando, pero no sé que quemar, no sé el por qué… Bueno sí. Porque te quiero.

martes, 14 de junio de 2011

Welcome

Hola junio. Te escribo esto para decirte que te voy a quemar. Sí lo que has oído, voy a aprovechar de ti hasta el más mínimo segundo, hasta fundirte, hasta dejarte sin sabor a final de mes, hasta que te rompas y te resquebrajes. Hasta el final, después ya veré que pasa con tu amigo julio.



No, no ahora. No quiero quedarme así, medio completo, medio hecho, a medio fuego, con el olor de la crema de sol, con el verano entrando, con la arena caliente entre los dedos de los pies, con tu voz retumbando en mis oídos…

Hice una promesa, raro en mí, pero te la hice, que nos veríamos pronto y, pronto se me hace mucho tiempo, me pesa, me pesa como todo el papel en el que escribo pensando en ti, es el peso de sentirse culpable, de no haberlo conseguido, de tener que esperar. Necesito una palabra en la promesa, un sueño en una cabeza, una imagen en un corcho, y sobre en la basura, una burbuja que mirar porque no quiero olvidar, no, no ahora.
Porque tú eres quien da alientos y susurros a mis oídos, aunque no te escuche, aunque te lea, aunque tan solo mire fotos, como reflejos en el agua, un agua que ahora se ha vuelto corrosiva, que me devora por dentro, me desmonta, y lo adoro. Que me hace plantearme por qué tengo iconos, si puedo ser mi propio icono, mi propio modelo a seguir, que tú podrías serlo. Que aunque no lo sepas me haces huir en mitad de la noche con una sudadera y un mechero, y fumarte por teléfono mientras la señora de enfrente me mira y me escucha disimuladamente mientras riega a las 2 de la mañana. Que me haces meterme en el agua helada de un río, que me mantienes vivo en esta guerra mundial de miradas, que…
Que no, no ahora. Ahora no te dejare marcharte, te quedaras en mi cabecita, esa de estúpido, de ególatra decadente, de promesas, de drogas y alucinógenos, de libros, de viajes, que nunca te olvidare, nunca soltare el dedo que me permite quedarme colgando de tus bordes y, eso, que nos vemos pronto, no lo olvides.

domingo, 5 de junio de 2011

Dale al play

Los momentos dulces, son caprichosos e imposibles de prolongar en el tiempo. Las sorpresas, explotan en el ambiente y rezuman una euforia, un éxtasis de confusión y alegría. Las despedidas son… sucias, llenas de emotivas lagrimas o con reproches, con lamentos, con indiferencias torturadoras, con millones de miradas, con palabras que dirías pero que no te dan tiempo a decir porque se marcha el barco, el tren, el autobús…

Las despedidas son épicas, e incompletas, marcan un antes y un después, pero nadie sabe donde empieza lo uno y por donde acaba lo otro. Siempre queda ese olor a perfume, una mirada que se alarga, un leve titubeo, un pestañeo, un… escalofrío.

Las despedidas son un reto, porque pueden significar un hasta que la vida me dé una tregua el mundo en esta guerra mundial de locos adictos que durante años se han estado drogando con promesas y ahora no saben cómo mirar directamente a los ojos sin dejarse llevar por la pasión del momento, o pueden ser también un hasta nunca. En la vida, las despedidas están constantemente presentes un cambio de ciudad, de clase, un viaje, un fin de semana incomunicado, al acabarse el día, al cerrar los ojos para dormir.

Te despides de una posible historia de amor increíble, esas que son como una montaña rusa, de un amigo que vive en el extranjero, de tus padres, de tu vida, de tus ideas, de tus ideales, de tu incredulidad, de tantas cosas que, al final del camino, las despedidas pierden su toque épico, su recíproca similitud: en cientos de situaciones, en cientos de lugares, cientos de personas, con papeles tan parecidos… Te despides de tu comida favorita, cuando tienes 5 años es una, a los 16 otra, a los 32 otra… Todo fluye, creando una imperfección relativa en la que tú y yo nos hemos chocado, y estamos en medio de la calle, con letreros de neón que me dicen un: “Dale al play, dale un beso, empieza hoy, acaba mañana, ella también sabe que para siempre es mucho tiempo y una noche es poco rato… dale al play.”

- Si te doy promesas, ¿qué harías con ellas?
- Te las devolvería.
- ¿Por qué?
- Porque me lo ha dicho aquel ridículo corazón de uno de esos carteles de neón, pensarás que estoy loca pero, sinceramente, tengo más confianza con él que contigo, no te conozco, y sin embargo él y yo… ya tenemos nuestra historia.
- A mí me dice algo parecido el de arriba a la derecha.
- ¿Y por qué me lo preguntas?¿Acaso te pare..

..“Dale al play.” Y no lo pude evitar, tanto drogarse y ahora ya no puedo controlarme. Te bese.

- Porque quería escuchar tu voz, y darte esto, y saber a que saben tus palabras. ¿Te invito a una copa?
- Sería lo mínimo, ¿no crees? Acabas de probar mi “normal”.

Y te empezaste a reír por primera vez, y me olvide del cartel de neón, y acorde de un acorde de guitarra, que… ¡buff! Era impresionante, casi equiparable al brillo que tenían al entrar en el bar tus dos ojos verde nuclear.