El más terrorifico de los susurros.




domingo, 31 de octubre de 2010

47.053

El día que menos te lo esperes te diré la verdad. Te quiero, pero tengo miedo de que salga mal y me quede solo...

Te daré un beso, y a continuación te diré que solo tengo ganas de mirarte a los ojos.

Te lanzaré el humo a los ojos, y esperare a que me respondas con una frívola sonrisa, porque se que odias que fume.

Te leeré un par de fragmentos de algún poema de un libro barato que encuentre en el corte inglés, y te emborrachare hasta que digas que me odias.

Te dejaré que te marches y que vuelvas, que me marees y que me hagas dar ciento diecisiete vueltas, para acabar donde estábamos al principio.

Te dejaré que me digas las cosas que hay que decir para que me ponga tierno, y las que hay que decir para que rompa a llorar, y todas las que hay que decir para arrancarme una sonrisa a mordiscos de mi boca.

Te llevaré a dar una vuelta por Roma, París, Viena, o simplemente te prepararé el desayuno, y te lo llevaré a la cama con una rosa azul.

Te escucharé cuando me digas las cosas, y cuando te emociones te daré un hombro sobre el que llorar.

Te dejaré que salgas con tus amigas, y os contéis vuestras vidas, que saludéis a vuestros exs y que provoquéis la envidia de todas las demás cuando os vean por ahí con vuestros vestidos nuevos.

Te dejaré que me grites, y que me lances la almohada, las sábanas, pero por favor, no me lances los tacones.

Te dejaré que me quieras y que me odies, que me critiques y que me ignores, que me cantes al oído y que me abraces en las frías noches de enero.

Probablemente te quiera 47.053 días, pero nos dejaré soñar y vivir cada día por si acaso llegamos al 47.054.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Un día rojo

-¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?
-¿Color rojo? Querrá decir negro.
-No, se puede tener un día negro porque una engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Pinchazos de Nicotina

Supongo que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades. Alguien siempre parte con más ventajas que los demás. Lo que para algunos no es más que un juego, para otros, es un verdadero reto, un sueño por cumplir, o simplemente las ganas de superarse día a día. Estaría bien que las cosas pudiesen arreglarse con una conversación absurda sobre cosas que probablemente nunca sucederán. Pero no es el caso, y aunque suene a carta de despedida, no es un adiós, sino más bien un hasta que tenga las fuerzas de mirar a los ojos directamente, porque el reloj sigue haciendo tic tac y llegara el momento de replantearse todo y apostarlo todo a una carta.

Nadie es insustituible, y eso juega en nuestra contra, y es que solo a base de pequeños pinchazos de nicotina no se puede caminar hacia delante fingiendo ser inalcanzable e impasible, tarde o temprano llegara esa persona que parte con ventaja, que casualmente es la que debe reemplazarte. Y probablemente te digan eres único inigualable, tienes ese algo que definen a las personas especiales, esa luz que… Que nada, si consiguieras darme 9 razones por las que no debería decir un hasta luego, cambiaría de idea, pero lo más hiriente del caso es que no creo que existan esas 9 razones.

Valientes


 Nadie piensa nada en contra nuestra, nadie, hasta que tenemos a mano algo donde escribir lo que de verdad pensamos, sentimos o creemos. Entonces, en el momento justo en el que empezamos a dejar fluir todo eso sobre un par de letras, entonces, nos volvemos unos valientes. La gente dice, te odio, me caes mal, no te voy a perdonar, te quiero… En el papel, en el guion de la función de nuestras vidas todos somos héroes, somos valientes, nos arriesgamos y asumimos las consecuencias. En ese guión, todos, mejor dicho, la mayoría, partimos desde la misma línea de salida y la dirección que toma nuestra vida es la que nosotros elegimos, todo es del color que queremos.

Pero cuando terminamos de escribir el capítulo que toca del guión, volvemos a la realidad, y nos damos de bruces con el miedo. Cada uno con nuestro miedo. El miedo a crecer demasiado rápido, a defraudar a las personas que queremos, a no cumplir nuestros sueños, a quedarnos solos… Dejamos que el guión se rompa, desaparezca, y lo modificamos con el miedo, con las emociones, con el momento. En ese instante comienza la transformación, todos nos convertimos en personas, con distintas situaciones, y a partir de ahí, a las personas que les invade el pánico, el miedo escénico, corren a ponerse una máscara, a ocultar sus defectos, a intentar de alguna forma retomar aquel bonito guión monocolor que habían escrito.

En definitiva, esto es vivir. Es una gran obra de teatro, con máscaras de hierro que ocultan litros de lágrimas, máscaras de plástico que se derriten, máscaras demasiado pequeñas que ahogan e impiden crecer a sus portadores, máscaras ostentosas cuya única finalidad es la de ocultar el miedo, el miedo a que sus vidas, tu vida, acabe con un final no deseado, un final donde él, el miedo, sea el protagonista. Ríos de sangre, de lágrimas, sudor, desengaños, frustraciones, alegrías, emociones, miedos, todos son necesarios para que los espectadores no se aburran, y que para cuando llegue al final el último acto, la obra acabe con un gran aplauso.

Y entonces, solo entonces, formaras parte de algo, formaras parte de los espectadores.

Un Poema

No voy a escribir sobre el dolor ni sobre la soledad. Ni escribiré el color del que se tiñen los ojos cuando se visten con lágrimas de sufrimiento. Estoy cansado de poemas que hablan sobre lo oscuro, sobre las decepciones y sobre amores que nunca jamás serán posibles. Lo que quiero y necesito es fuego, un fuego que me prenda y me haga arder entero por dentro, y que consiga encender todas y cada una de las velas de esperanza que están enterradas dentro de mí.
Quiero un poema que me brinde paz y tranquilidad, que me haga saltar de felicidad, que me robe mil trescientas ochenta y siete sonrisas, que me pregunte después de leerlo : “¿Qué tal estas?”, y que no tenga más remedio que gritarle: “¡Bieen!”.
Quiero un poema que me dé un cálido abrazo todas las noches antes de irme a dormir, que me dé un brillo único y especial, y que me dé cada día la oportunidad de ser mejor que ayer. Quiero que me llene de coraje cuando el miedo aceche tras las paredes cercanas, que me ayude a saltar el vacío de la soledad y que me demuestre que para llegar a ser un héroe lo único que hace falta es ser uno mismo.
Por eso, si me preguntas sobre qué voy a escribir, te respondo:
Voy a escribir sobre dónde puede que esté la felicidad, sobre la sonrisa del bebe, el niño, el adulto y el anciano. Sobre la esperanza, sobre la rabia de vivir el día a día intensamente, sobre la muchedad, sobre las melodías de las miradas. Escribiré sobre la vida, desde los ojos de la alegría, para mí y para ti, para cambiar el mundo y el arte…Para cambiar los corazones de la gente.