El más terrorifico de los susurros.




miércoles, 18 de abril de 2012

Dreaming big


No son sueños rotos los que nos rompen. Es lo que no nos atrevimos a soñar.


¿Qué es soñar y qué es fantasear?¿Quién dibuja la barrera que los separa?... ¿Quién es el encargado de decidir cuando las ilusiones carecen de fundamento y no son más que un salto suicida hacia una estrepitosa vida de nada por aqui nada por allá?

Las decisiones laten reticentes en nuestro interior, huidizas porque, al parecer, las opiniones ajenas (que no son mas que exabruptos en la materia) dañan su cutis.

Y mientras, entre tantas partidas al escondite entre el devenir y el quehacer, estamos nosotros, heridos de luz y de nebulosas, de supuestos sueños imposibles suspendidos sobre suelos invisibles, esperando que algún milagro tenga lugar en el preciso instante en que nuestros ojos se abren cada mañana; buscando la utopía y, ya no se sabe si siendo conscientes o no de ello, acercándonos a la vez al abismo. 

[ F U T U R O . . .

Las decisiones se diluyen nadando por fondos profundos, y ya no es tanto el hecho de no encontrarlas lo que preocupa, sino que quizás, por el miedo de decirlo en alto, sí, de decirlo en alto, ¡DE GRITARLO! De susurrarlo, de comentarlo o cuchichearlo, o fuere lo que fuere... que quizás por el simple hecho de padecer un miedo aterrador a hacer de esas decisiones realidades en palabras para el aire, no seamos capaces de poder volver a hacerlo alguna otra vez.... Porque son como el vaho contra el cristal, aguantan lo justo y necesario para escribir tu nombre, y no hay tiempo para pensar donde empieza y donde acaba, solo para hacerlo y ya está.


Pero mientras llega y deja de llegar, matándonos a vicios destruyamos al tiempo, porque ahora mismo no estoy seguro de si es que sí, o es que no, solo que tu mirada es un nuevo aleteo a cada burdo sueño que se atreve a dar a luz mi cabecita, mi ya tan loca cabecita.

domingo, 8 de abril de 2012

Límites



+ Yo a ti te echaba de menos antes de conocerte.

- ¿Tan antes?

+ Echaba de menos alguien como tú hasta que llegaste, entonces se lleno ese huequecito.

Una mirada...

+ Uff, no sabes como odio esto de que la realidad tenga límites.

- Otra ventaja de ser de letras. En letras no enseñan eso de límites de esa realidad que dices tú, como mucho te dicen que todo tiende a infinito.


Junto contigo

El aire se desliza en armonía con el mundo por tu garganta, y le grita al mundo, le pregunta que se supone que debes esperar, que es eso tan importante que va a tener lugar en ese minuto... y una guitarra tímida y anhelante se atreve a acompañar tu aire, tu grito, tu pregunta. 


Y mientras, en la otra esquina del banco, yo me peleo con el arbusto que está justo a la derecha por ser quien se quede con ese aire. El forcejeo termina, cesa por segundos, y un tal yonki número dos lo roba. Y aunque quisiera gritarle al mundo y escupirle, no puedo, porque vuelves a regalar tu voz al cielo azul (un azul no como tus ojos pero parecido) y encandilas al sonido del agua y al sonido de tantos cientos de zapatos que juguetean en esa calle en la que el tiempo parece pararse por 3,1425 segundos y 7 días para darnos una tregua, para premiar algo que se esconde entre hojas y recortes de periódicos de 1994. Pero eso es solo una ilusión, los minutos corren, tropiezan unos con otros, se lanzan desesperados a la lista de las horas muertas, como queriendo huir de todo lo que podría haber sido, como si tuviesen un pacto con los horarios de los autobuses, como si tuviesen que llegar rápido a algún sitio y así recibir su bonus, queriendo estropear el momento como quien... como quien nada, como quien todo... dejo de pensar, o no sé muy bien que es lo que hago porque eres tú; y tú; y tú; y tú. Tú.

[definición de tú: este mundo que llevo dentro]

Ahora el tiempo y el espacio parecen haber pasado de ser un extraño ukelele verde a convertirse en un enorme piano de cola blanco, ni tan siquiera los minutos se atreven a intentar recorrer esa distancia atroz, que es inexpugnable, inexplicable, inhumana. Pero hay algo que sigue aqui: un aire, un grito, tu pregunta, y aunque no es verano, y aunque ya no tengo a quien mirar sentada en el banco frente a frente, brazo a brazo, labio con labio, sigo con esa sensación, con la número siete, queriendo ser sin querer el aire que se desliza en armonía, el fondo de tu armario, un portal que cruzar, sueños que entremezclar.