El más terrorifico de los susurros.




viernes, 4 de marzo de 2011

Alto riesgo de combustión de sueños

"-¿Cómo estas?
- ...un tanto bipolar, mis pensamientos, se cruzan en mi mente se hablan un rato entre ellos y luego deciden en que tengo que pensar, pero despues se pelean y pienso en lo opuesto..."

Hoy es el fin. Hoy es el comienzo. Hoy es el objetivo, llegar a soñar que poder es querer, y que quizá, no esté ligado a tener que perder.

Que es nuestro futuro es el que está en juego, una pequeña parte de nuestra vida, un papel como protagonista del verano, para que engañarnos, la posibilidad de demostrar de que no somos unos locos soñadores, unos de tantos que anhelan y no consiguen, que se quedan siempre tirados en la hierba, mirando al cielo azul, y viendo pasar de vez en cuando un avión. Pero no es la falta de lucidez lo que nos hace desear con la intensidad del cacao amargo o la luz de la nevera en mitad de la noche.

Es la simple idea de pensar en nosotros. En vernos. En conocer, en entender. En creer que somos capaces de juntar la S, con una U, pegarla a una E, adornarla con una enorme Ñ, y rematarlo todo con una O, en creer que creamos sueños.

He conocido a una chica cuya avioneta se ha estrellado, otra que lo ha hecho todo por haber, que parece yo, pero viviendo en el este. Otra a la que le debía de chiflar el trivial, e incluso he podido leer lo que pensaba Orellana, y aún después de todo, he visto un dulce circo con marionetas, movidas por la música de una extraña pianista. He viajado por un montón de ideas nuevas, de nuevas formas de ver, de nuevas formar de pensar en ese SUEÑO.

Y a pesar de todo, se que hoy, que es el gran día, ese en el que no quiero decepcionar a nadie de todas las personas que me han ayudado, de las que han estado encima mío. Aún así, me despierto a las 03:47 de la mañana me acerco medio zombi a la cocina, abro la nevera, me quedo mirando esa extraña luz, y me acuerdo de todo, y me doy cuenta de que un par de palabras son las causantes de que hoy, mi, nuestro SUEÑO, este en peligro de combustión. Suena estúpido, tres palabras tendrán el poder de reventar lo que hay dentro de mi cabeza, nunca, y creo que… nunca, nunca pasara.

Y cuando me sienta raro, me acercare a la nevera, y me quedare mirado su desconcertante luz, llena de su cálido abrazo de agua helada, y pensare eso, que luchamos por un sueño compartido, perdidos entre miles de preguntas de un juego de mesa, como si acabásemos de caer desde un avión, sobre un enorme manual lleno de mapas, que con dulces melodías de pájaros descarriados, nos hacen darnos cuenta de que ahora, ya no somos marionetas.
 

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