Vivo condenado por la rabia, sacrifico los días de sol espléndido, se los doy a la rabia, que los muerda, que los zarandee entre babas, que les escupa, que los estruje, que los deje sin sentido, que los acabe convirtiendo en días de lluvia, que yo seguiré sin paraguas.
Me desgasto con el día a día en ese espacio extraño, entre rabia y sacrificio, al sur del mañana, en la zona del padecimiento continuo.
Llorar; siempre penamos que es lo que se hace en la ducha. Lágrimas; siempre pensamos que se tienen que quedar relegadas al papel.
Miguel es muy bonito!!! Precioso
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