El más terrorifico de los susurros.




miércoles, 20 de octubre de 2010

Valientes


 Nadie piensa nada en contra nuestra, nadie, hasta que tenemos a mano algo donde escribir lo que de verdad pensamos, sentimos o creemos. Entonces, en el momento justo en el que empezamos a dejar fluir todo eso sobre un par de letras, entonces, nos volvemos unos valientes. La gente dice, te odio, me caes mal, no te voy a perdonar, te quiero… En el papel, en el guion de la función de nuestras vidas todos somos héroes, somos valientes, nos arriesgamos y asumimos las consecuencias. En ese guión, todos, mejor dicho, la mayoría, partimos desde la misma línea de salida y la dirección que toma nuestra vida es la que nosotros elegimos, todo es del color que queremos.

Pero cuando terminamos de escribir el capítulo que toca del guión, volvemos a la realidad, y nos damos de bruces con el miedo. Cada uno con nuestro miedo. El miedo a crecer demasiado rápido, a defraudar a las personas que queremos, a no cumplir nuestros sueños, a quedarnos solos… Dejamos que el guión se rompa, desaparezca, y lo modificamos con el miedo, con las emociones, con el momento. En ese instante comienza la transformación, todos nos convertimos en personas, con distintas situaciones, y a partir de ahí, a las personas que les invade el pánico, el miedo escénico, corren a ponerse una máscara, a ocultar sus defectos, a intentar de alguna forma retomar aquel bonito guión monocolor que habían escrito.

En definitiva, esto es vivir. Es una gran obra de teatro, con máscaras de hierro que ocultan litros de lágrimas, máscaras de plástico que se derriten, máscaras demasiado pequeñas que ahogan e impiden crecer a sus portadores, máscaras ostentosas cuya única finalidad es la de ocultar el miedo, el miedo a que sus vidas, tu vida, acabe con un final no deseado, un final donde él, el miedo, sea el protagonista. Ríos de sangre, de lágrimas, sudor, desengaños, frustraciones, alegrías, emociones, miedos, todos son necesarios para que los espectadores no se aburran, y que para cuando llegue al final el último acto, la obra acabe con un gran aplauso.

Y entonces, solo entonces, formaras parte de algo, formaras parte de los espectadores.

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