El más terrorifico de los susurros.




domingo, 14 de abril de 2013

Cuando es de día en Valparaíso, es de noche en el Mar del Norte.

Hoy entiendo mejor mi pecado, y es que ya he aprendido a odiar mejor. Ya he llegado a la conclusión de que a través de tus ojos no se pueden reciclar emociones, he comprendido que nada volverá a ser igual. Ahora ya sé como es aquello de que el tiempo pasa, y que el tiempo es oro, y que el tiempo .. el tiempo tic tac, tic tac.

Este año me ha servido para aprender a odiar bien, como se debe hacer. He aprendido a diferenciar entre sueño roto y sueño muerto, y por el camino me he encontrado mirándome en los espejos y, por fin, de una vez por todas, he entendido lo que estaba pasando todo este tiempo. He entendido que ha sido lo que ha pasado este año.



Yo estoy disecado, para eso me han servido estos meses, semanas, horas. Para vaciar, para cansarme de hacerme daño, para dejarme simple, suave, sencillo, corrupto.

Mi pecado fue no agotarme, y ahora estoy castigado a dormir hasta las once de la mañana, a no encontrar belleza, a reventar las baldosas con pasos lentos y monótonos, con tic tac, tic tac, tic... tac...

¿Y ahora? Ahora me queda esto, odiar bien, con clase, con un toque bastante elegante. Toca vivir con pecados de origen yo y con destino mi. Y eso me pasa por querer reciclarme en tus ojos, por no darme cuenta de a donde iba a desembocar esta corriente, este borbotón de sueños rotos, que sé que no están muertos muertos, solo están descosidos y aletargados, pero siguen ahí estancados, por el fondo. 

Prometo desenterrarlos, pero supongo que primero tendré que esperar a que tú me entierres, porque está visto que nunca podré hacer las dos cosas al mismo tiempo. Mientras llega y deja de llegar, por favor que alguien me dé la dirección del Mar del Norte.



No hay comentarios:

Publicar un comentario