El más terrorifico de los susurros.




lunes, 12 de septiembre de 2011

...desearía que el mundo me omitiera.

Poder evitar tener que matricularme para poder esquivar el tener miedo cuando pienso en la distancia y en el tiempo, y no pensar en ti, y a continuación sacar como conclusion directa las vocales de tu nombre. Evitar arrepentirme.


Porque siempre que digo que es la ultima vez y que todo va a cambiar, pero el cambio nunca llega, y yo espero, y me reitero de que la certeza del cambio es una constante que une nuestras dos visiones de la vida, y pienso: "Joder, el cambio es ella", pero yo huyo de ella, y de la tentación de acercarme hasta su casa y gritarle en susurros al oído esas palabras que tantos sentimientos desatan, ironías que se desdibujan en su espalda y se convierten en mis vicios. Porque cada pedacito de ti es droga y cada pedacito de mi es policía curioso que no puede evitar probar la mercancía incautada. 


Porque con cada nuevo paso que doy resbalo hacia un esbozo de tu sonrisa y ello me lleva a levantar cabeza y mirar al cielo es lo peor porque pienso en aviones que nos podrían llevar a islas omitidas por el mundo y a las que con tanta envidia ametrallo y donde tantas palabras podría fusilar y destruir para crearlas nuevas para ti y evitar así que se vean con las bragas bajadas día y noche, y noche profunda también. 
Porque me empacho de ti como un niño pequeño de gominolas y ,a veces, desearía poder vomitarte, pero sin embargo sigo en mi empacho. Que huyo de las insinuaciones de todo el mundo mundial por ti, porque, ¡Dios! Con mi je t'adore solo te da para atarte los zapatos...


Pero me he quedado en un posible, en que necesito un cambio, no mas rotuladores de colores con los que escribirte mi nombre en la planta del pie para que vayas donde vayas me lleves contigo. Que, vale, podéis tener razón, con qué derecho lo digo si solo le he dado un abrazo en todo mi vida y me limito a escuchar su voz, y no puede escribirle mas de mil palabras. Soy arracional por ella, verdad, que no sé hablarle, quizás. Pero que exploro cada esquina de su mirada, que me dejo llevar por el compás que marca el aire al salir por su boca y el de su lengua chocando contra el paladar. Que si por ella fuera, me teñiría de rubio platino y, aunque no te lo haya dicho, odio el rubio platino. 


Que soplo por verte y sueño con que el mundo me omita para ir contigo, para verte, para oírte.

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