El más terrorifico de los susurros.




miércoles, 10 de agosto de 2011

Yulai


Julio se ha quedado en silencio, sin palabras, con su voz que mastica sensaciones y con palabras pegadas al paladar, y con los sudores, y con la sensación de arder, con calor abrasador entre miradas que se sostienen en plazas con bancos vacíos. Gritos desde el cielo que parecen discutir  el color de las toallas y gritos desde las toallas que hablan sobre las fomras de las nubes. Frases cortas que respetan decisiones absurdas, caladas de tu boca que estallan como fuegos artificiales en mi cabeza y noticias nada frescas sobre que puede que ya no seamos los mismos que hace un par de años, que a lo mejor estamos creciendo porque, qué quieres que te diga, yo no he olvidado a mis padres y creo que tengo barba.

Plastilina y cristales que se funden en recuerdos de todo lo que podríamos haber sido sino fueramos tu y yo y que son un adelanto de que todo lo dulce es amargo y de que lo salado tambien puede ser amargo y que las penas son amargas y que tus besos no son tan dulces y mis manos siempre se mancharan de rotulador por tí y por tus letras.

Un Julio que, silencioso, lo ha hablado todo, lo ha explicado todo, ha expuesto todas las posibilidades y, al final, nos ha demostrado que quizás lo único en común es una letra. Un Julio de take me home que ha pasado sin pena y sin euforia ha archivarse en un historial de vida que algún día se descalificara como secreto de estado.

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