La historia que nos concierne aqui hoy, entre mirada y mirada, se basa en recovecos que la historia nos ha dejado a ti y a mi, en lunes que dijiste que serían locos, y en fotos en mitad de la madrugada. Recovecos de historias cargadas que, apuntan, y están dispuestas a disparar recuerdos, a ese retazo en el que tus palabras fluían y tu voz rompía límites y me demostraste que nunca llegaría ese momento en el que sea tan tan feliz. Disparos, 23 para ser exacto. Ahora estoy a las 8:37 de la mañana en mitad de un parque, sentando en un banco que probablemente tenga mas años que yo, y el sol se resquebraja entre las hojas, y mis ojos son un colador de pensamientos.
Y en mi cabeza no hay tambores ni pianos, ni letras que dejar escapar, hay (vacíos) que ocupan los huecos que había reservado para tí. Y corro, pero no consigo escapar, y es que no sé caminar, huyo de espejismos que me recuerdan mi voz gritando y esquivando coches y subiendo un puente para que se giren todas las cabezas hacia ese chorro de voz, y que tú, hagas amago de sentirte especial.
Pero la frontera entre siempre o jamás sigue trazada entre tú y yo, como respirar un humo que huele a ti y destroza los pulmones, esa frontera que, no se rompe, al parecer, y que deja huecos (vacíos) y que... Ya no sé dénde empiezo ni dónde acabo, porque tu eres yo, y yo soy tú, y tu tienes cachitos de mí, los de esos huecos que, según comenta mi vecina de pupitre, se han quedado vacíos.
Llénalos de sol... aunque sé que ahora prefieres la noche. Esa barrera existirá siempre, créeme, hace años que yo la tengo en mis narices sin poder hacer nada.
ResponderEliminar... súbete a los puentes que quieras, pero no dejes que tu cuerpo caiga!!!