El más terrorifico de los susurros.




martes, 6 de marzo de 2012

El sitio "G"

Perderse es un hecho inmutable cuando viajas. Desorientarse entre callejones y plazas, todo ello para encontrar un sitio tuyo. Un rincón para ti, especial, único, hecho a medida para unos ojos exquisitos con destellos de dramatismo y prepotencia, que van siempre por ahí exigiendo un mínimo de indecencia y lucidez. Un rincón rebosante de historia o historias, no tuyas, quizás robadas o incluso aún por inventar, pero al fin y al cabo historias, que estoy seguro que será con lo que se podrán comprar las cosas en el mercado negro dentro de cincuenta años. Un recoveco en el que cada gota de lluvia da un alarido que te recorre toda la espalda y te pone los pelos de punta y te provoca un placer que normalmente es exclusivo de muelles y sábanas.


Ahora probablemente, después de contarte el gran secreto del viajante y blablabla palabra blabla, el hecho de pensar que esos rincones son tu futuro plan de pensiones y tu endorfina entre cimientos para suplir a la felicidad que es tan introvertida y asocial, te pondrás a buscar de esos sitios en cada nueva ciudad que pises. Es la mejor opción. Los rincones no te encuentran normalmente sino que, nosotros somos los que tropezamos con ellos (en ocasiones mas de dos o tres veces) y nos damos cuenta de que en ese lugar... pues que ese lugar, tiene que ser ese lugar, que no hay mas.


Vuelves a ese sitio por la noche, sin ser consciente de ello, y salta la chispa. Empieza algo, o acaba de terminar, no se sabe exactamente muy bien cual de las dos cosas tiene lugar, pero pasa. Te arden las manos, el silencio se proclama héroe nacional del instante y nadie entiende nada, pero tú ya tienes justo entonces en tu poder el placer de almohada y camisa, de luna y descaro, de grapadoras y muros.



P.D.: En el 59,45 % de los casos, el sitio en concreto suele estar marcado y ser bastante evidente. No por ser común deja de tener encanto; son los ojos que lo miran.

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