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Todo pasó en una hora, todo acabó en una hora. Yo prefiero pensar que empezó en esa hora, y que no sé sabe cuando, acabará, puede que rompiendo mi corazón con esa sonrisa de "sitesonrioesquequieroquevengasynosmarchemosjuntosaaquelportal", esa sonrisa tan larga que aún hoy, a 48 horas más una de distancia de aquel momento, sigue cabalgando entre acordes de números y letras en mi agenda dejando pistas de tu apellido porque, hay tantas con tú nombre o, por lo menos, yo conozco a tantas con tu nombre.
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Cuatro días más tarde. Cinco días más tarde. Ocho días más tarde. Nueve días más tarde, esos labios que juegan como si fuesen italianos, esas manos que.. que son tus manos, y esa sonrisa, y encima llueve. Ni en las comedias románticas de Hollywood hay tantas casualidades.
No, no, esos ojos no son sus ojos.
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